Gigantesca marcha de estudiantes de las universidades publicas en apoyo al rector de la Distrital, Carlos Ossa ,que en el dia de hoy (17 de Septiembre) se encuentra en el concejo capitalino dando explicaciones por la presencia de encapuchados en su universidad.
El concejal Felipe Ríos de Cambio Radical se encapucho para preguntarle a la plenaria sino se sentía intimidada, como siempre en esta tierra tiembla y hay quienes en el momento exacto del terremoto creen que lo correcto no es reguardase sino preguntarse por el epicentro. A manera de aclaración resulta que lo importante no es cuestionarse porque los estudiantes preservan su vida con una capucha sino si la capucha intimida.
País de encapuchados
Por: Reinaldo Spitaletta
UNOS ENMASCARAN SU ROSTRO Y otros el lenguaje. El verdugo cubre su cara quizá por vergüenza de sí mismo; el estudiante (¿disfrazado de comunista?), tal vez por miedo a la represalia. O porque sus ideas no son claras. El poder, porque es una de sus estrategias: embozar las palabras, decir cosas para hacer lo contrario. Por ejemplo, si habla contra la “politiquería y la corrupción”, su práctica será precisamente politiquera y corrupta.
A veces, el poder no requiere capuchas, sino balas. O, en casos menores, sobre todo si se trata de desplazar desplazados de una zona exclusiva de Bogotá, un bolillo, o una carga de “robocops”. O arrebatarles los bebés a los manifestantes. Decía Frey Beto que los pobres huelen mal, tienen mal gusto, pero son víctimas de una o muchas injusticias, y por eso hay que estar con ellos. Con o sin máscaras antigases.Colombia está llena de encapuchados. Como los expertos en montar “falsos positivos”, o los que con discursos efectistas intentan tapar la pobreza y el desamparo. E invisibilizar a las víctimas. Hay encapuchamientos cuando se reforma un “articulito” de la Constitución y se apela a la compra de votos, de conciencias, hay feria de notarías, y se comete cohecho. O cuando pese a las cámaras entran a la “Casa de Nari” reconocidos delincuentes.Mejor dicho, habitamos en el país de los enmascarados cual luchadores mexicanos y de los enmascaramientos. ¿Qué ha sido la parapolítica o el parauribismo? Un encapuchamiento de políticos aliados con el paramilitarismo. Y el régimen es experto en tales ocultamientos. Así, los corifeos del príncipe no hablan de desplazados (hay cuatro millones en Colombia) sino de “migrantes” o advierten, sin sonrojo, que ya no hay paramilitarismo. País de hadas.Hay encapuchamiento cuando se asesinan campesinos y se muestran como dados de baja en combate, con el escapulario de guerrilleros. ¿Cuándo les quitarán las capuchas a los “seis notables” de los que habló Carlos Castaño y que ampararon el paramilitarismo? ¿Cuándo se sabrá cuáles son los industriales y patriarcas que financiaron cruzadas de muerte y desolación en Colombia?Hay encapuchados por doquier. Unos se ponen máscara de fiscal y se dejan seducir por los oropeles de algún mafioso; otros, encapuchan sus palabras, asumen tono de seminarista, utilizan diminutivos y eufemismos, como mecanismo para ocultar sus propósitos autoritaristas o su predilección por las transnacionales y los magnates. ¿Qué oculta la palmicultura? ¿Qué busca un empresario cuando dice que hay que reelegir al Presidente? ¿Qué disimula un presidente cuando dice que no quiere referendo sino que se apruebe la reforma a la justicia?Las instituciones están narcotizadas. La corrupción con capucha y sin ella contamina congresistas, militares, fiscales. Y volviendo al caso de los desplazados del Parque de la 93, que no estaban encapuchados, que sus rostros de desespero mostraban la angustia del desarraigado, que no eran propiamente “migrantes” ni turistas, que protestaban contra las promesas incumplidas, ¿cuál era su delito? Bueno, afeaban un sector de gente linda, se volvían visibles con sus enfermedades y despojos, a lo mejor tenían pinta de subversivos, por aquello de que la pobreza es la peor arma de destrucción masiva.Aquí también hay encapuchados como los del Ku Klux Klan y otros que en sus palabras, a veces seductoras, ocultan sus reales intenciones. Siempre hay que sospechar de alguien que dice estar “pensando en los intereses superiores de la patria”, y sobre todo cuando esos intereses no coinciden con los del destechado ni con los del mendigo.Hubo en los setenta, en la U. de A., un estudiante jorobado y enano que en las asambleas salía encapuchado. Era un rey de burlas: todos lo reconocían. Hoy, menos mal, ya mucha gente comienza a empelotar a los encapuchados del poder. Son fáciles de identificar.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
es muy cierto lo que tu dices pero esa es la realidad el pobre roba el rico toma prestado, blanco que corre es atleta negro que corre es ladron.... esas y otras injusticias se ven a diario como las mil capuchas de mi pais
pero nos toca resignarnos.
pues el de la oposicion siempre va llevar las de perder
Publicar un comentario